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SUMI-E y arte Zen
El Sumi-e como expresión del arte Zen no ha sido creado para la exhibición sino para el autoconocimiento. Esta simple afirmación trastoca todo nuestro concepto occidental del arte que nos sitúa como espectadores y casi nunca como actores.
Esta característica del arte zen lo sitúa fuera de órbita para nuestro entendimiento artístico de tradición grecolatina. Cito textualmente las palabras de Inés Martín acerca del arte zen: “Es la expresión de una búsqueda trascendental que proyecta un punto de vista de la realidad desde la introspección y meditación”.
Así pues, el arte pictórico zen debe entenderse como un ejercicio o entrenamiento personal donde el resultado es lo menos importante. La actividad pictórica y en realidad cualquiera otra realizada con este propósito sirve para aumentar el estado de conciencia.
En el amplio espectro del zen existen numerosas artes o caminos de meditación que producen obras efímeras como la ceremonia del té (Cha Do). El sufijo Do aplicado a muchas artes japonesas significa “camino” o “vía” de aprendizaje. Así, es ocurre con el Shodo o arte de la caligrafía tan relacionado con el Sumi-e. Esta función del arte zen y del Sumi-e es esencial para su comprensión mas allá de los aspectos formales en que pueda resumirse.